jueves, 13 de enero de 2011

la tarjeta de proximidad remota

Creo que convendría bien aclarar que los hechos aquí narrados son completamente veraces aunque no lo parezcan, a parte,lo propio sería ir haciendo una narración cronológica de los hechos que demuestran que la raza humana es realmente inferior a cualquier otra raza, normal el miedo que la Royal Society le tiene a los extraterrestres...Para comenzar voy a contar el caso de “la tarjeta de proximidad remota”. Era uno de los primeros días que estaba yo en el parking, en el nuevo concretamente(otro día contaré las diferencias si me encuentro con ganas), estábamos trabajando en turno de mañana y andábamos liadísimos con las bases de datos y actualizando con la del parking viejo, así que cada vez que alguien tenía algún problema con la barrera al entrar o salir era yo el que atendía por el interfono al usuario, después de llevar ya unas horas era capaz de solucionar los problemas básicos de los usuarios y después con tranquilidad arreglárselos en su ficha personal, así que al sonar el interfono por enésima vez, mirando la pantalla me dice mi compañero “venga, este para tí”, con un cortés “parking, buenos días, dígame?” contesto y escucho un amable y mañanero “no me abre!!”, con el mismo tono de la primera vez y con la voz bastante más despierta que la de mi interlocutor le contesto: “¿ha probado a pasar la tarjeta por el lector?” a lo que me responde que no sabe dónde la tiene, a través de la cámara veo que busca en la guantera de su coche y la coge con su mano derecha, momento en el que cometo el error de suponer que trataba con un bípedo humano en lugar de con un simio y le digo “muy bien caballero, haga el favor de acercarla a la pantalla” y en un alarde de inteligencia y confianza en la técnica el señor conductor acerca la tarjeta magnética a su cuentakilómetros, con mi compañero partiéndose de risa y yo aguantándome las ganas de reir le digo que no, que no es esa la pantalla, que haga el favor de coger la tarjeta y estirar el brazo, consiguiendo así una cara de asombro del conductor a la vez que estiraba el brazo derecho(si no eres conductor británico entenderás la cara de asombro del cliente y mi desesperación), hasta que por fin, a punto de consumir la última gota de mi paciencia y con mi compañero ya llorando de la risa le digo “vamos a ver, caballero,paso 1 coja la tarjeta, muéstremela, paso 2 cójala con su mano izquierda, paso 3 estire el brazo y paso 4 acérquela a la mancha blanca que tiene el terminal”. Sí,eran las 8 de la mañana, no todo el mundo se despierta cuando se sale de la cama, cierto es, pero lo que no es normal, es esa fe en la tecnología cuando se tiene tanta torpeza acumulada.

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